miércoles, 2 de abril de 2008

Día 19

jueves 13 de marzo del 2008

Testigo
Susana Grisanti de Pereyra. Empresaria. Íntima amiga de Ana.
La testigo empezó diciendo que quería aclarar algunas cosas y decir algo, pero antes que pudiera empezar, el presidente de la Cámara le dijo que en principio se limitara a contar lo que había visto, oído, o que pudiera decir acerca de su relación con Ana. Y que al final, tal vez podría decir aquello con lo que la señora Grisanti de Pereyra quería abrir su testimonio.
Conoció a Ana en 1969 cuando ambas habían arribado a la ciudad. Ana poseía un alegría de vivir, estaba llena reproyectos.
A continuación la testigo planteó los mismos problemas que la mayoría de las amistades de Ana, problemas de convivencia con Juan Carlos y problemas acerca de mi holgazanería. Lo de siempre.
Luego contó que Ana le habría dicho que Juan Carlos Aguirre le pidió que ponga las cosas a nombre mío. Entonces la testigo le dijo que viese a la escribana Chertrudi. Esto habría sucedido 6 meses antes de la muerte de Ana.
Una de las últimas veces que vio a la Doctora Zerdán, ésta le dijo que “estaba pobre”, y que ello era por la situación del país.
Acerca de Espacio, la testigo le dijo a Ana Zerdán que hiciera el negocio, que le convenía. Luego se desdijo ya que no sabía que la operación de venta era a cambio del departamento. Cree, aunque desconocía los números que se manejaban en el complejo de fútbol 5. Según ella el valor de la cuarta de “Espacio” eran unos 10000 pesos.
-Ana le pidió prestados 5000 pesos para los gastos durante la operación de mi padre.
-Su marido, Juan Carlos Pereyra operó a mi padre de la vesícula, aunque la testigo no pudo precisarlo.
Parece que en el momento de la operación, yo no quise firmar los papeles y hacerme cargo. Ante el pedido de precisiones de la Cámara segunda, acerca de cómo supo esto, la testigo dijo que no podía precisarlo, realmente no lo sabe ya que vio a Ana con unos papeles en el sanatorio, pero no más que eso.
Todo esto no fue pronunciado por la testigo en su primera declaración (hizo tres, la llamaron en una, otra fue espontánea por parte de la señora Grisanti para contar acerca de la doble vida de J. C. Aguirre, y además hubo otra testimonial.)
Quiero dejar algo en claro
En la primera declaración (18/9/1999) dijo:” Ana y Juan se llevaban bien, él la trataba bien. Si bien Ana se quejaba, nunca me dijo que no lo quisiera”
Ni en la anterior, ni en la segunda declaración (23/3/1999), se acuerda de haber dicho que mi padre le dijese a Ana que ella me legara las cosas a mí
Con respecto al “estaba pobre” de Ana, quiero decir que desde que yo la conocí, Ana Zerdán siempre repitió que éramos pobres, si bien en ese momento no lo entendí, los años me hicieron comprender que ese dicho tan particular de la doctora Zerdán, estaba ligado a la dura y laboriosa vida en que transcurrió su niñez, en el temprano conocimiento de la lucha constante por la supervivencia. En mi opinión, yo creo que Ana se inventó a sí misma, que “la pulseó duro”, como dicen en Nicaragua cuando se refieren a aquel que peleó a la vida, y entonces por respeto a su propia existencia nunca olvidó sus raíces, sus esfuerzos. Es difícil no marearse tras el progreso personal, mantener los pies en tierra, pero Ana lo logró, nunca tiró manteca al techo; y yo que no nací en cuna de oro, pero nunca me faltó nada ni tuve que caminar más de diez cuadras para ir a la escuela, aprendí a valorar eso.
Supongo que para algunas amistades de ella, que nacieron en una situación de alta prosperidad y negocios familiares florecientes que asegurarían su existencia y la de sus hijos, eso es un poco más difícil de entender. Y no es esto una chicana, sino una lisa y llana verdad: es difícil comprender mundos que uno nunca ha visitado.
Por último la señora Grisanti se quejó de las preguntas capciosas del abogado defensor, Jorge Larrea. A lo cual el tribunal le dijo que no le correspondía a ella hacer los juicios de valor acerca del los interrogatorios, que eso le corresponde a la Cámara y que si ésta lo cree conveniente hará los respectivos vetos. Por último le pidió a la testigo que tuviera la misma predisposición para responder a la defensa, como lo había tenido con la querella.


Testigo.
Víctor Salerno.(46). Empleado de “Zuaín y Voria”.
Recuerda que J. C. Aguirre llevó el auto un jueves o viernes. También recuerda que llamó al celular de J.C. Aguirre para que este lo retire, luego pasó por el negocio y así lo hizo. Recuerda que la entrega se demoró, y entonces cree que el auto lo retiró a última hora de ese viernes (20-20.30 horas).
El día anterior Ana habría llevado a mi padre al negocio, pero el jueves 16 no pudo retirar el peugeot 405.
Por otra parte no recuerda hasta que hora se quedaron ese viernes 17 de septiembre.
También dijo que otros empleados pueden entregar los automóviles, y que a algunos clientes, como el caso de Aguirre, se les entrega la llave para que ellos mismos lo saquen del taller si así lo desean.


Testigo.
José a. Yañez. Sub oficial principal de la provincia de Río Negro.
En el año del fallecimiento de Ana estaba a cargo del personal de calle de la comisaría 4 de Cipolletti.
Quiero aclarar que más de la mitad del testimonio del testigo se destinó por parte de Oscar P. a establecer las distancias de recorrido de los móviles de la comisaría, le velocidad desarrollada por esos vehículos, el formato en que realizaban tales operativos, todo en pos de desmentir a un testigo (de la propia querella), con el fin de establecer que era imposible realizar un recorrido en 25 o 30 minutos.
De todas maneras el testigo aclaró que cada chofer tiene su método y que esto es arbitrario. ¡No somos autómatas, querellante!, pero tú insistes en hablar paja…
El móvil que llegó primero al laboratorio debía cubrir el espacio comprendido entre las calles miguel Muñoz, hasta el barrio Los Tordos, y desde Avenida Alem hasta la ruta 22. Este trayecto puede tardar entre 35 y 30 minutos, pero puede variar debido al chofer asignado.
Con respecto al día del hecho, cuando llegó al laboratorio se encontraban allí, los policías Gutiérrez, Becerra y Escobar, como así también mi padre. Al entrar llegó hasta el cuerpo de Ana y volvió sobre sus pasos. Desde que él llegó habrán pasado 15 minutos hasta que ordenó el traslado de mi padre a la comisaría cuarta. También se encontraba el Doctor Schoua, aunque en ningún momento lo vio dialogar con Juan Carlos Aguirre.
Sabe que el sargento Becerra fue desafectado del caso. También que Uribe era nuevo en su profesión, y que la investigación fue encabezada por el sub comisario Sosa.
También aclaró que el juez de la causa, Juan Torres, tardó bastante en arribar al lugar del hecho.


Testigo.
Daniel Alberto Escobar. Sargento de la policía de Río Negro.
Estaba disponible y respondía a los sargentos Becerra y Gutiérrez.
Vio el cuerpo de Ana apoyado en el piso y tapado con algo.
La luz de la sala de estar estaba prendida, y por eso se veía bien el cuerpo.
El testigo permaneció entre 10 y 15 minutos en el laboratorio.
En el recorrido que habrían efectuado un rato antes el no visualizó un peugeot 405. Tampoco hubo algo que le llamase la atención.
Tampoco vio una rejilla con sangre en la recepción.

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