viernes, 29 de febrero de 2008

Oscar P.

“Aquel que encuentre la mentira que necesita la multitud será el rey del mundo”.
Roberto Arlt, Los 7 locos.

Oscar P: Parece que usted tiene la dudosa creencia que hurgando y arañando el viejo zapato que ya no sirve, encontrará los vestigios de los caminos que ese zapato ha desandado, y así creerá que se encuentra frente a verdades irrefutables, cuando en verdad las mañas propias de hombres casi octogenarios como usted (me permito esta salvedad por el ”callate pendejo de mierda” que me obsequió en el primer día de debate), sólo conducen a argucias propias de charlatanes de feria que aún quieren convencer a niños nacidos en la era del mp3. Usted busca una mentira (yo creo que usted es una en sí misma), y cada vez que la encuentra se cree el patroncito de una estancia llamada “Cipolletti”, ya no le digo “Río Negro” porque ese poncho a ésta altura le queda holgado.

Tarde o temprano todos los relojes empiezan a atrasar, o quizás y para siempre, se detienen. Alguien me comentó una vez que usted se recibió muy joven como abogado, y que sus notas eran brillantes, y me parece muy bien pues la acumulación de saber nunca es gula desmadrada ni nadie se ha rebalsado por ello. Así como a mi anterior abogado defensor (Eves Tejeda), también se le atribuye a usted un amplio conocimiento del derecho, pero en algún punto aprendió a ver el desvío más sencillo, el camino fácil, y así aprendió a esquivar el peaje que la moral siempre planta frente a nosotros en cada acto de nuestras vidas. Luego volveré sobre este concepto.

El problema, más allá del individuo y sus actos privados, es que usted es abogado. Abogado penalista. Súmele a eso su trayectoria y popularidad en el ámbito jurídico y encontrará a unos cuantos estudiantes de derecho que querrán calcar su estilo. Muchos otros, ya recibidos, lo han hecho. Pero además de todo, usted tiene poder. No esa clase de poder con ascendencia visible típica de aquellos que figuran siempre al tope de una lista y de quienes sabemos qué bandera enarbolan. Mire como será el alcance de su poderío que mientras mis allegados y yo tratamos de hacer conocer ésta página por el “boca a boca” y le acercamos a todo aquel que se interese la dirección de la misma, usted dicta las notas que serán leídas, vistas o escuchadas, por la mayoría de los habitantes que residen en ésta región del país.

Sobre la definición de moral, en su tercera acepción la Real Academia Española dice:”Que no concierne al orden jurídico, sino al fuero interno o al respeto humano” Parece que cuando interrogó al testigo Rodrigo Mieres, usted se olvidó el respeto humano por ahí. Bueno, quién sabe cuánto hace que lo habrá desechado.

A pesar de las palabras del tribunal por su extensión e insistencia sobre dichos y situaciones que el testigo (como muchos otros), no recordaba casi, usted argumentó que el testimonio de Mieres era harto importante para el proceso, y así procedió a leerle casi en forma íntegra la declaración efectuada por éste, el día 21/12/1999. En ella, básicamente se hablaba de la relación amorosa que existió entre el declarante y Nancy Salinas, y el viaje de ésta a la ciudad de La Plata. En definitiva, los pormenores de sus encuentros, las idas y vueltas de una relación “de trampa”. Ni siquiera se abstuvo de leer, detalladamente, las conversaciones de carácter íntimo que el testigo habría declarado 9 años atrás.

Bajezas más, bajezas menos por parte suya, arribé al final del testimonio de Rodrigo Mieres con una certeza: En el requerimiento de elevación a juicio usted argumentó el carácter anormal y precipitado del viaje de Nancy Salinas a la ciudad de La Plata; hoy, el testigo Mieres dijo que invitó en esos días a Nancy ya que su hermano Guillermo habría venido a la ciudad de Cipolletti para el casamiento de una prima, y por lo tanto contaba con el espacio suficiente para alojarla en su departamento de la ciudad de La Plata.

Hace rato se le cayó la frutilla de la torta, parece que no está usando productos de calidad y creo que la masa le está quedando medio insípida. Chichita de Erquiaga hubiera dicho chirle. Pero claro, todos tenemos limitantes a nuestras capacidades, y ya lo dijo Upton Sinclair: “Es difícil hacer que un hombre entienda algo, si su salario depende de no entenderlo”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No puedo creer este juicio. A la querella se le cae a pedazos, todas las pruebas son poco sólidas, los testigos que declaran en contra de los Aguirre son un chiste.

Sigo el juicio por esta página porque los diarios de la zona son penosos.